La Sociedad Argentina de Paisajistas (SAP), junto con el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación y el Sindicato Unido de Jardineros, Parquistas, Viveristas y Floricultores de la República Argentina, vienen trabajando juntos, desde hace cuatro años, a fin de dar, en diferentes zonas del país, cursos de capacitación en torno a las actividades de los jardineros y empleados de viveros, explica Eduardo Stafforini.
Se trata de un convenio firmado por las tres partes, dentro del marco del programa Plan Integral de Capacitación y Promoción del Empleo para Más y Mejor Trabajo, que corresponde a la Propuesta Sectorial de Capacitación, que da el Ministerio.
En el 2008 se firmó un convenio entre estas tres partes, con el Municipio de San Isidro, donde se comenzó la primera experiencia, que fue muy satisfactoria. Luego, se reiteró con el Municipio de Lanús, con el mismo resultado. Entre ambos, se capacitaron aproximadamente quinientas personas. Finalmente, se estableció un nuevo acuerdo a partir del cual ya no sería necesaria la firma de un convenio con el sitio en el que se dictaría cada curso, sino que el Sindicato y la SAP serían los responsables de los acuerdos.
A partir de ello, presentamos al Ministerio, para su aprobación, la propuesta para el dictado de los cuatro cursos en las veintiocho localidades que se mostraron interesadas, en diferentes puntos del país. De todas ellas, se nos respondió afirmativamente respecto de las doce zonas ubicadas en el conurbano bonaerense, y suponemos que pronto tendremos el conforme final para las demás zonas.
- ¿Por qué no, para todo el país?
-Nosotros no entendemos por qué nos dijeron que no a eso. Argumentaron sobre una imposibilidad nuestra para llevar con eficiencia un control de tantos sitios a la vez. En realidad, creemos que, como siempre hay escasez de recursos, priorizaron los sitios que ellos consideraron claves.
-Cuéntanos sobre los cursos.
-Son gratuitos. A cada uno de ellos pueden asistir hasta veinte personas, y tienen una duración de cien horas prácticas y teóricas como máximo -a dictarse en un plazo no mayor a tres meses-, y cuyo programa está prediseñado por la SAP, en general, para cuatro cursos base, pero adaptados finalmente a quienes lo van a tomar, sus capacidades y el objetivo de salida laboral que se tenga.
Los cursos base son: Jardinería básica, Jardinería técnica (algo más profundo que el anterior), Mantenimiento de arbolado urbano y Prácticas de vivero. Estos cursos pueden repetirse en el lugar en que se dieron o en sitios diferentes. El que asiste a un curso puede continuar con otros más especializados. Y se otorga certificado de asistencia –no damos títulos–.
-Considerando que los cursos son gratuitos, ¿cómo se financian?
-El Ministerio de Trabajo nos entrega los recursos para la compra de maquinaria, herramientas e insumos, y para el pago de las horas docente y de un coordinador general. Los docentes que los dictan pueden ser profesionales o idóneos (no se requiere título). Preferentemente locales, con asistencia desde la SAP en lo que hace a lo programático.
A su vez, las clases se dan en sedes de municipios o entidades, como por ejemplo, una asociación civil, inscriptos legalmente, que deseen hacer algo por su comunidad. En algunos lugares, se dictan en escuelas agrotécnicas, entidades religiosas, cooperativas, fundaciones, sociedades rurales u otro lugar que cumpla con los requisitos antes citados.
-La SAP aporta los conocimientos; el Ministerio, los recursos, ¿cuál es el aporte del Sindicato?
-El Sindicato cubre, con la Obra Social, a las personas mientras asisten al curso, y es, a su vez, el que recibe los fondos en sus arcas y los administra, entregando los recursos, el pago de honorarios y el reintegro de gastos, en función a liquidaciones que el coordinador de la SAP elabora y presenta ante el Ministerio.
Este programa está dentro de un marco mayor que se llama Formación Continua, y que tiene otras patas en las que se apoya, como por ejemplo, Crédito Fiscal para las empresas que hacen formación continua; Fortalecimiento Institucional, para las entidades en las que se dictan los cursos, y Certificación de Competencias –nombre de cada uno de los programas que forman parte de un marco mayor que es el de Formación Continua–, en un intento de darles una estructura que permita formar gente en una especialización (podadores, terroneros, injertadores, vendedores de viveros de atención al público, instaladores de sistemas de riego, trasplantadores) y, luego, evaluarlos y otorgarles un título habilitante, avalado por la SAP, el Sindicato y el Ministerio de Trabajo.
-¿Cómo sigue todo este trabajo?
-Dentro del convenio con el Ministerio de Trabajo de la Nación y con el Sindicato de Jardineros, iniciaremos un Centro de Formación Profesional para la capacitación de jardineros y otros. El programa contempla la posibilidad de la Formación de Formadores, y esto significa la oportunidad de detectar y utilizar idóneos, técnicos y profesionales, para que les transmitan sus experiencias y conocimientos a otros capacitadores.
-¿Cómo sería este Centro? ¿Cuándo crees que comenzará a funcionar?
-Este Centro tendrá su base en alguna de las sedes del Sindicato de Jardineros (San Isidro) o de la Obra Social (CABA), y estará dictando allí los cursos de capacitación para trabajadores y técnicos, pero imaginamos que su cuerpo docente y la coordinación irá creando otros puntos de formación en subsedes, escuelas, distintos centros de formación, etc. La SAP y el Sindicato estamos listos como para comenzar en un muy corto plazo, pero, como los fondos para su instalación y soporte económico son parte de un programa específico del Ministerio de Trabajo de la Nación, debemos cumplimentar toda la información y las condiciones que se nos solicita, y ello implica una indefinición muy grande con respecto a la fecha posible de comienzo.
-Según tu experiencia, ¿cuáles son los puntos débiles del jardinero o del empleado de vivero? ¿Son los mismos u observas diferencias?
-Lo que advierto y lo que perciben algunos colegas, los clientes y los mismos jardineros es que no hay capacitación del personal de trabajo. Se ha perdido el hombre con conocimientos en la actividad. Y en esto, creo que coinciden los jardineros con el personal de viveros. Quienes trabajan en el sector se han formado a prueba y error, lo que no asegura una buena base de conocimientos. Debemos contar con trabajadores que sean capaces de hacer bien cada una de las muchas rutinas que requiere quien maneja algo tan delicado como son las plantas, el ambiente, la gente que convive con él mientras realiza las tareas, algunas de las cuales son de riesgo para su persona y la de los otros.
-¿Consideras que en las demás provincias sucede lo mismo o tienen una realidad distinta?
-La falta de conocimientos es igual en todo el país. Creo que lo que tiene el interior como problema adicional es que el grado de exigencia por un trabajador más capacitado es menor que en Buenos Aires, lo que se percibe en lo que se le paga por los servicios que presta, que son iguales allí que acá.
Más allá de la formación, ¿hay mano de obra?
Si analizamos la disponibilidad de personas para realizar tareas, independientemente de su capacidad, hay gente dispuesta a trabajar. Seguramente, para muchos es el punto de entrada al mundo de su primer trabajo. Pero se cuenta cada vez menos con aquellos que saben realizar, aun, las tareas más básicas, como puede ser utilizar una pala, un rastrillo, o una carretilla. Ni pensar en encontrar a quienes sepan reconocer una enfermedad o una plaga, o cortar adecuadamente un césped, o identificar entre maleza y planta en la limpieza de un cantero. Si trasladamos eso al mundo de los viveros, injertadores, terroneros o trabajadores, que tengan conocimiento de riego, es el mismo problema.
-Por último, sobre el encuentro que tuvieron los paisajistas en el último Congreso Nacional de Viveristas, ¿qué es lo que destacarías?
-Siento que hay una gran predisposición a trabajar para formar a la gente. No es solo la respuesta a la necesidad económica de cada uno, sino el deseo de acercar una forma de vida a las personas que quieren descubrir su lugar en el mundo del trabajo, con el aditamento del placer por hacer algo que les gusta. Quienes estamos en el cultivo y el uso de las plantas sentimos pasión por lo que hacemos, y nos llena el alma poder contagiarlo a otros, de las más variadas maneras. Eso es lo que percibí en esa reunión, en la que cada uno de los que participó se expresó desde lo interior, desde el abrir lo suyo para que los demás lo reciban. Fue muy grato, muy estimulante, sin la menor duda.
Foto: Eduardo Stafforini
Fuente: Economía & Viveros
JARDINES AL SUR - Santa Fe
Se trata de un convenio firmado por las tres partes, dentro del marco del programa Plan Integral de Capacitación y Promoción del Empleo para Más y Mejor Trabajo, que corresponde a la Propuesta Sectorial de Capacitación, que da el Ministerio.
En el 2008 se firmó un convenio entre estas tres partes, con el Municipio de San Isidro, donde se comenzó la primera experiencia, que fue muy satisfactoria. Luego, se reiteró con el Municipio de Lanús, con el mismo resultado. Entre ambos, se capacitaron aproximadamente quinientas personas. Finalmente, se estableció un nuevo acuerdo a partir del cual ya no sería necesaria la firma de un convenio con el sitio en el que se dictaría cada curso, sino que el Sindicato y la SAP serían los responsables de los acuerdos.
A partir de ello, presentamos al Ministerio, para su aprobación, la propuesta para el dictado de los cuatro cursos en las veintiocho localidades que se mostraron interesadas, en diferentes puntos del país. De todas ellas, se nos respondió afirmativamente respecto de las doce zonas ubicadas en el conurbano bonaerense, y suponemos que pronto tendremos el conforme final para las demás zonas.
- ¿Por qué no, para todo el país?
-Nosotros no entendemos por qué nos dijeron que no a eso. Argumentaron sobre una imposibilidad nuestra para llevar con eficiencia un control de tantos sitios a la vez. En realidad, creemos que, como siempre hay escasez de recursos, priorizaron los sitios que ellos consideraron claves.
-Cuéntanos sobre los cursos.
-Son gratuitos. A cada uno de ellos pueden asistir hasta veinte personas, y tienen una duración de cien horas prácticas y teóricas como máximo -a dictarse en un plazo no mayor a tres meses-, y cuyo programa está prediseñado por la SAP, en general, para cuatro cursos base, pero adaptados finalmente a quienes lo van a tomar, sus capacidades y el objetivo de salida laboral que se tenga.
Los cursos base son: Jardinería básica, Jardinería técnica (algo más profundo que el anterior), Mantenimiento de arbolado urbano y Prácticas de vivero. Estos cursos pueden repetirse en el lugar en que se dieron o en sitios diferentes. El que asiste a un curso puede continuar con otros más especializados. Y se otorga certificado de asistencia –no damos títulos–.
-Considerando que los cursos son gratuitos, ¿cómo se financian?
-El Ministerio de Trabajo nos entrega los recursos para la compra de maquinaria, herramientas e insumos, y para el pago de las horas docente y de un coordinador general. Los docentes que los dictan pueden ser profesionales o idóneos (no se requiere título). Preferentemente locales, con asistencia desde la SAP en lo que hace a lo programático.
A su vez, las clases se dan en sedes de municipios o entidades, como por ejemplo, una asociación civil, inscriptos legalmente, que deseen hacer algo por su comunidad. En algunos lugares, se dictan en escuelas agrotécnicas, entidades religiosas, cooperativas, fundaciones, sociedades rurales u otro lugar que cumpla con los requisitos antes citados.
-La SAP aporta los conocimientos; el Ministerio, los recursos, ¿cuál es el aporte del Sindicato?
-El Sindicato cubre, con la Obra Social, a las personas mientras asisten al curso, y es, a su vez, el que recibe los fondos en sus arcas y los administra, entregando los recursos, el pago de honorarios y el reintegro de gastos, en función a liquidaciones que el coordinador de la SAP elabora y presenta ante el Ministerio.
Este programa está dentro de un marco mayor que se llama Formación Continua, y que tiene otras patas en las que se apoya, como por ejemplo, Crédito Fiscal para las empresas que hacen formación continua; Fortalecimiento Institucional, para las entidades en las que se dictan los cursos, y Certificación de Competencias –nombre de cada uno de los programas que forman parte de un marco mayor que es el de Formación Continua–, en un intento de darles una estructura que permita formar gente en una especialización (podadores, terroneros, injertadores, vendedores de viveros de atención al público, instaladores de sistemas de riego, trasplantadores) y, luego, evaluarlos y otorgarles un título habilitante, avalado por la SAP, el Sindicato y el Ministerio de Trabajo.
-¿Cómo sigue todo este trabajo?
-Dentro del convenio con el Ministerio de Trabajo de la Nación y con el Sindicato de Jardineros, iniciaremos un Centro de Formación Profesional para la capacitación de jardineros y otros. El programa contempla la posibilidad de la Formación de Formadores, y esto significa la oportunidad de detectar y utilizar idóneos, técnicos y profesionales, para que les transmitan sus experiencias y conocimientos a otros capacitadores.
-¿Cómo sería este Centro? ¿Cuándo crees que comenzará a funcionar?
-Este Centro tendrá su base en alguna de las sedes del Sindicato de Jardineros (San Isidro) o de la Obra Social (CABA), y estará dictando allí los cursos de capacitación para trabajadores y técnicos, pero imaginamos que su cuerpo docente y la coordinación irá creando otros puntos de formación en subsedes, escuelas, distintos centros de formación, etc. La SAP y el Sindicato estamos listos como para comenzar en un muy corto plazo, pero, como los fondos para su instalación y soporte económico son parte de un programa específico del Ministerio de Trabajo de la Nación, debemos cumplimentar toda la información y las condiciones que se nos solicita, y ello implica una indefinición muy grande con respecto a la fecha posible de comienzo.
-Según tu experiencia, ¿cuáles son los puntos débiles del jardinero o del empleado de vivero? ¿Son los mismos u observas diferencias?
-Lo que advierto y lo que perciben algunos colegas, los clientes y los mismos jardineros es que no hay capacitación del personal de trabajo. Se ha perdido el hombre con conocimientos en la actividad. Y en esto, creo que coinciden los jardineros con el personal de viveros. Quienes trabajan en el sector se han formado a prueba y error, lo que no asegura una buena base de conocimientos. Debemos contar con trabajadores que sean capaces de hacer bien cada una de las muchas rutinas que requiere quien maneja algo tan delicado como son las plantas, el ambiente, la gente que convive con él mientras realiza las tareas, algunas de las cuales son de riesgo para su persona y la de los otros.
-¿Consideras que en las demás provincias sucede lo mismo o tienen una realidad distinta?
-La falta de conocimientos es igual en todo el país. Creo que lo que tiene el interior como problema adicional es que el grado de exigencia por un trabajador más capacitado es menor que en Buenos Aires, lo que se percibe en lo que se le paga por los servicios que presta, que son iguales allí que acá.
Más allá de la formación, ¿hay mano de obra?
Si analizamos la disponibilidad de personas para realizar tareas, independientemente de su capacidad, hay gente dispuesta a trabajar. Seguramente, para muchos es el punto de entrada al mundo de su primer trabajo. Pero se cuenta cada vez menos con aquellos que saben realizar, aun, las tareas más básicas, como puede ser utilizar una pala, un rastrillo, o una carretilla. Ni pensar en encontrar a quienes sepan reconocer una enfermedad o una plaga, o cortar adecuadamente un césped, o identificar entre maleza y planta en la limpieza de un cantero. Si trasladamos eso al mundo de los viveros, injertadores, terroneros o trabajadores, que tengan conocimiento de riego, es el mismo problema.
-Por último, sobre el encuentro que tuvieron los paisajistas en el último Congreso Nacional de Viveristas, ¿qué es lo que destacarías?
-Siento que hay una gran predisposición a trabajar para formar a la gente. No es solo la respuesta a la necesidad económica de cada uno, sino el deseo de acercar una forma de vida a las personas que quieren descubrir su lugar en el mundo del trabajo, con el aditamento del placer por hacer algo que les gusta. Quienes estamos en el cultivo y el uso de las plantas sentimos pasión por lo que hacemos, y nos llena el alma poder contagiarlo a otros, de las más variadas maneras. Eso es lo que percibí en esa reunión, en la que cada uno de los que participó se expresó desde lo interior, desde el abrir lo suyo para que los demás lo reciban. Fue muy grato, muy estimulante, sin la menor duda.
Foto: Eduardo Stafforini
Fuente: Economía & Viveros
JARDINES AL SUR - Santa Fe
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