El verano incrementa de manera dramática el nacimiento, crecimiento y proliferación de pastos y yuyos, y con ellos, la necesidad de cortarlos. En invierno uno la cancherea un poco. Pero si en verano no cortás los pastos una vez por semana estás en problemas. Esta nota es pasto para las fieras. TEXTO. Néstor Fenoglio ( nfenoglio@ellitoral.com ). DIBUJO. Luis Dlugoszewski ( lzewski@yahoo.com.ar ). Yo creo que el verdadero castigo bíblico para el hombre expresa: “Cortarás el pasto con el sudor de tu frente”. Puede ocurrir que para unas pocas personas, insensibles o privilegiadas, cortar pastos no represente un esfuerzo o, allá ellos, incluso pueda ser una actividad placentera. Pero para la mayoría de los mortales, cortar pasto es una tarea tediosa u odiosa, que pone a prueba nuestra capacidad volitiva. Porque al rato ya tenés las volitivas llenas y querés largar todo al diablo. En los jardines normales donde uno tiene gramilla o césped de base, más algunas plantas o árboles, las lluvias
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